Por concepción y piezas mecánicas implicadas, el coche eléctrico no debería dar tantos problemas, pues tienden a ser más fiables y menos propensos a visitar el taller que sus homólogos de combustión interna, grupo en el que, en mayor medida, también podemos meter a los híbridos.
De todos modos, hasta el momento, si bien se daba por hecho este tipo de mecánica con menos piezas, los últimos estudios han descubierto que esto no es del todo así. O mejor dicho; no es tanto como se creía. Porque sí; el coche eléctrico sigue sufriendo problemas de fiabilidad, si bien se presenta con menos disposición que el de combustión. Pero también con ciertos puntos que vale la pena resolver y solucionar para los próximos años.
Nadie duda que el ingreso del vehículo eléctrico a nuestras ciudades es un asunto inevitable. La necesidad de que la sociedad global abandone el uso de los combustibles fósiles frente a las consecuencias del calentamiento global, lleva al nuevo protagonismo de la movilidad eléctrica, dentro de la cual el automóvil es un elemento clave en su masificación.
De hecho, en nuestros días contamos con un amplio número de marcas y fabricantes que, directamente, han puesto fecha de caducidad al motor de combustión, como Audi, entre otros, que anunció que solo fabricará motores eléctricos a partir de 2026. Y prácticamente la mayoría de los fabricantes del mundo trabajan en el desarrollo de modelos movidos por baterías.
Además, la Comisión Europea ha fijado el fin de la era de los combustibles fósiles en 2050 para reducir así las emisiones causantes del calentamiento global y la contaminación del aire. Pero el reto de conseguir que los coches eléctricos no tengan ningún impacto negativo en el planeta a lo largo de todo su ciclo de vida aún sigue en pie. Pero, indudablemente, hasta llegar a ese paso, el coche eléctrico debe y necesita hacer frente a ciertos problemas y desafíos.
Un problema que dificulta la adopción de coches eléctricos es el tiempo necesario para llenar sus baterías. En estos momentos, se necesita, como mínimo, alrededor de media hora para los eléctricos equipados con la carga más rápida. Hoy existen cuatro tipos de recarga: lenta, normal, semirrápida y rápida. Cada uno de ellos tiene un tiempo de recarga considerablemente diferente.
Es verdad que los mejores coches de esta tecnología emplean una arquitectura eléctrica de 800 voltios para maximizar el consumo de energía y pueden cargarse con hasta 350 kW de potencia, como ocurre en el caso del Porsche Taycan. Esto podría, en teoría, llenar un 70% de la batería en poco más de 10 minutos.
En la práctica, esto no sucede así porque el coche solo usaría toda su potencia durante un período de tiempo limitado. Las consideraciones como el calor y la seguridad limitan la corriente cuando la batería está casi vacía o llena. Es por eso que un vehículo eléctrico carga más rápido entre 20% y 80%.
También está el sistema wallbox, con potencias de hasta 7,4 kW, cuya instalación ya ofrecen muchas marcas mediante acuerdos con operadores. En este caso, el tiempo de recarga se reduce a unas seis a ocho horas, pero no todo el mundo puede disponer de un punto en su casa o garaje. O lo que es lo mismo; el coche eléctrico aún tiene un problema con los tiempos de recarga, pues el de combustión apenas se llena en unos minutos, mientras que con ellos, en el mejor de los casos, se necesitaría unos 30 minutos, como poco.
En España hay aproximadamente 180.000 vehículos eléctricos. Se espera que este número aumente progresivamente, pero todavía hay problemas como su elevado precio que aún hacen por frenar su expansión.
Es así que los coches eléctricos son de media un 50% más caros que los de combustión. Esto se debe a componentes como la batería o a la escasez de materias primas para fabricar los elementos del automóvil. Pero no sólo el coste supone un inconveniente para la implantación de esta alternativa sostenible. Hay problemas, por ejemplo, en la falta de estaciones de carga o en el ciclo de reemplazo de las baterías.
Es más; en lo que tiene que ver con sus puntos de carga, y según el barómetro de Anfac, España ha crecido 3,3 puntos y ya tiene una valoración de 41,3 en el indicador de penetración del vehículo electrificado. Esto muestra como el país sigue dando pasos hacia delante, pero sigue ocupando los últimos puestos del ranking europeo.
Esto es así también en lo referido a los materiales que lo componen, como el níquel o el litio, circunstancias que hacen porque el precio de las baterías se eleve y que, por tanto, los fabricantes tengan problemas.
De hecho, unos de los coches eléctricos más baratos a la venta en nuestro mercado, el Dacia Spring, tiene un PVP básico de 20.555 euros, que bajarían a 13.555 euros si podemos acogernos al Moves III con su máxima subvención.
Cabe recordar que las baterías llevaban bajando de precio durante 10 años, hasta que llegó 2022, cuando subidas salvajes como la del litio, de hasta el 700%, trastocaron la tendencia. Y no es solo una cuestión de costes, sino también de posible escasez de suministro.
Fuente de éste artículo: Eléctricos – Actualidad Motor
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