Las averías en el coche eléctrico también existen. Es verdad que este tipo de vehículos electrificados se han presentado ante nuestros ojos (y nuestro bolsillo) como un tipo de coche del que se diferencia de uno convencional de combustión en que, al tener menos componentes, disponen de una mecánica más simple y, por ende, un mantenimiento menor.
Esto es así porque todo se basa en un sistema eléctrico en el que se obtiene la energía para mover las ruedas de la electricidad que se almacena en una batería y hace girar uno o varios motores eléctricos. Pero esto no quiere decir que no se sufran averías, ni mucho menos, como tampoco están exentos de realizar posibles mantenimientos a lo largo del tiempo. Para lograr esto (y evitar sustos mayores), es necesario que de vez en cuando revisemos ciertos elementos. Algunas son compartidas con los vehículos de combustión interna, como las relacionadas con frenos y neumáticos, por ejemplo. Sin embargo, hay otras, como las que tienen que ver con la toma de carga o la batería, que son exclusivamente averías de coches eléctricos.
Empezando por los neumáticos, los de un coche eléctrico pueden ser específicos para optimizar la resistencia a la rodadura. Una menor resistencia es una mayor eficiencia energética. Pero, además, puedes utilizar unos convencionales siempre que sea de la medida específica para tu coche.
Y como en cualquier coche, el mantenimiento de los neumáticos es clave para la seguridad y el ahorro, también para una mejor autonomía. Por ello hay que vigilar la presión, al menos una vez al mes, y comprobar que no tienen cortes, arañazos o un desgaste excesivo. Estos, como tal, deberían ser cambiados cada 30.000 o 40.000 km.
Al igual que las averías del aire acondicionado en el coche térmico son relativamente frecuentes, los fallos en la toma de carga se encuentran entre los más habituales de los vehículos eléctricos. Sin embargo, conviene saber que la mayor parte están provocadas por nuestra mala manipulación.
Tirar del cable con el que se carga el coche sin haber liberado el bloqueo, golpearlo mientras está enchufado, manipular el conector del cable de una manera descuidada o forzar el sistema intentando que encaje bien son algunas de las acciones que pueden dañar la toma de carga y hacer necesaria su reparación. En esas, y antes de realizar ninguna operación, lo más recomendable es comprobar siempre que no tiene marcas ni cortes que puedan dificultar la operación, así como tratarlo todo con suavidad a la hora de utilizarlo.
Los frenos de los vehículos eléctricos se gastan menos que los de un coche convencional. ¿Por qué? Porque el motor eléctrico y la frenada regenerativa ayudan a detener el coche y suponen un menor desgaste de pastillas y líquido.
Los frenos de un coche eléctrico requieren aproximadamente la mitad de mantenimiento que un modelo de combustión. Aun así, el líquido de frenos hay que revisarlo ya que por tiempo también se deteriora.
Asimismo, y como algo específico de los propios coches eléctricos para aislar cualquier problemática del vehículo, es importante que atendamos bien a aspectos como es la electrónica de potencia.
Esto es algo que debe revisarse, sobre todo cuando tenemos que acudir cuando toca al taller. Así, en ella se comprobará las conexiones eléctricas, el aislamiento de los cables, el motor y la batería. Esta operación tendrá que hacerlo un equipo especializado, por ello es muy importante que lleves tu eléctrico a un taller oficial.
Fuente de éste artículo: Eléctricos – Actualidad Motor
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