El coche eléctrico está en una posición bastante buena de cara al presente y futuro, sobre todo con una mecánica que resalta ampliamente por sus grandes dotes de fiabilidad y, en muchos casos, mucho más eficiente de lo que se pensaba inicialmente.
En esas, como toda tecnología que llega a su paso, lo que vemos es que tenemos varios aspectos que no son los mismos que podíamos encontrar habitualmente con el que era el vehículo de combustión tradicional. Por ejemplo, y sin ir más lejos, su conducción.
Porque sí, en los aspectos básicos de la conducción no hay grandes diferencias, pero sí muchos matices que hacen que la experiencia se convierta en algo muy diferente, lo que hace que la mayoría de los usuarios que prueban un eléctrico salgan del coche con una sonrisa en la boca y terminen por decantarse por esta clase de automóviles.
Y es que la tecnología eléctrica ofrece una versatilidad y ventajas que consigue poner de acuerdo a todo tipo de conductores, desde los más deportivos, a los que buscan el confort y la suavidad de marcha. Con todo, mucho tiene que ver con la ausencia de la caja de cambios del coche eléctrico.
¿Y cuál es el motivo? Pues sencillamente porque no interesa económicamente. Sí, en los coches de carreras puede ser habitual verlos (como hacen los nuevos Fórmula E de nueva generación, los Gen3), pero de momento como mucho son de 2 o 3 relaciones. También en algunos vehículos de muy altas prestaciones, como el Porsche Taycan, con dos marchas.
Con todo ello, un coche electrificado al uso se equipa muy bien con su motor eléctrico, del que puede alcanzar un régimen de revoluciones muy alto que permite llegar a velocidades puntas de 150 km/h, más que suficiente para el uso normal de un coche. Teniendo en cuenta que su par es ya casi del valor máximo desde la salida y que la potencia está disponible muy pronto.
Todo ello hace innecesario una costosa caja de cambios, que por otra parte no tendría más que otra marcha para poder alcanzar unas velocidades mayores que, a día de hoy, tampoco están permitidas en nuestras carreteras.
En la actualidad -y salvo contadas excepciones como Porsche, por ejemplo- prácticamente ningún fabricante de coches eléctricos incluye una transmisión, apostando por la reducción de las partes móviles en la mecánica del vehículo, con lo que también se reducen de manera importante las labores de mantenimiento y las averías. Hay que tener en cuenta que la inclusión de este extra obliga a un sistema de lubricación y de refrigeración que es necesario cuidar.
Podemos decir, entonces, que la inmensa mayoría de los coches eléctricos no tienen caja de cambios ni embrague. No la necesitan por la forma en la que el motor entrega su empuje. Esto hace que para el conductor, y más para quien haya conducido un coche con cambio automático, todo sea más fácil; solo hay que centrarse en dos pedales: acelerador y freno.
Fuente de éste artículo: Eléctricos – Actualidad Motor
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