Los radares anti-ruido se extienden por Europa. Tras Francia, acaban de estrenarlos en Holanda

24 de agosto de 2023
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Tras comenzar a desplegarse durante 2022 por ciudades francesas como Paris o Niza, los radares de ruido han llegado a Holanda. Desde el pasado 11 de agosto, los niveles de emisión de ruido se controlan en dos calles de Ámsterdam: Stadhouderskade, en el centro de la ciudad, y Molenaarsweg, en Ámsterdam-Norte. A finales de agosto se activarán otras dos, en el Europaboulevard (barrio de Zuid) y en Tussen-Meer, en Nieu-West.

Cartel avisador de los nuevos radares de Ámsterdam

Por el momento, el propósito de estos «radares» no es multar a los infractores, sino apelar a su sensibilidad. Cuando se detecte un vehículo infractor, se iluminará un cartel con la inscripción «demasiado ruidoso» (Te Luid, en holandés). Según el diario Nltimes, el ayuntamiento de Ámsterdam está trabajando con el centro de homologación TNO para estudiar la viabilidad de imponer multas basadas en la medida de los niveles de ruido.

En Holanda, el nivel de ruido está fijado en 83 decibelios, y la multa asociada a la infracción es de 280 euros. Según el ayuntamiento de Ámsterdam, estos radares están enfocados, sobre todo, a «cazar» motocicletas con escapes modificados o en mal estado (e, en menor medida, coches).

Tres tipos de radar anti ruido, incluido el de Acoem (centro)

¿Cómo funciona un radar anti-ruido?

Aunque relativamente innovadores (los primeros instalados se remontan a la década pasada, en India), estos «radares de ruido» tienen un funcionamiento bastante más sencillo que el de un radar «convencional» de velocidad. De hecho, comparten con un radar la capacidad de posicionar la fuente del sonido, pero no emplean ningún tipo de emisión de radio para su funcionamiento.

Un radar de ruido es un detector capaz de medir el nivel de ruido (como presión sonora, en dB) que emite una fuente de sonido, localizándola y generando pruebas (como una grabación y una fotografía). A diferencia de un radar convencional, se trata de un detector pasivo, que no emite ninguna señal para realizar su medida, y simplemente se limita a realizar una medida del sonido que le llega procedente del ambiente.

Todos los radares de ruido están compuestos de una serie de micrófonos y, al menos, una cámara. El caso más habitual es del radar denominado Medusa (debajo), aunque existen varias configuraciones, como puedes ver en la imagen superior. Acoem, uno de los fabricantes franceses de este tipo de radar, explica de manera detallada cómo es su funcionamiento.

Lo más habitual es emplear cuatro micrófonos. De ellos, tres se usan para ubicar la fuente emisora de ruido, mientras que el cuarto es empleado para realizar la medida e imponer la multa. Todo el sistema tiene que estar homologado, pero este último micrófono es el responsable de la cifra de ruido que aparece en la denuncia.

Los otros tres micrófonos sirven para posicionar la fuente emisora de ruido. El radar de Acoem, por ejemplo, utiliza esta información, junto con la imagen de una cámara panorámica, para comprobar que el ruido proviene de una fuente de emisión que parece un coche y que se mueve por la calle siguiendo la trayectoria de un coche. De esta manera, se descartan fuentes de sonido que circulan por la acera (como peatones) o estáticas (como, por ejemplo, obras).

La segunda cámara es la encargada de realizar una buena fotografía del vehículo y su placa de matrícula, que es la que se adjuntará a la denuncia.

Los cuatro micrófonos de un radar Medusa

Varias posibilidades de sanción

Existen varias posibilidades a la hora de sancionar como resultado de una de estas medidas. Es posible emitir una denuncia de manera automática contra el titular del vehículo, aunque también se puede emitir un requerimiento para que el vehículo acuda a pasar una inspección técnica. En este segundo caso, obviamente, cabe la posibilidad de que el infractor devuelva el vehículo infractor a su estado «original» antes de presentarse para «pasar revista».

Aunque no se utiliza para multar, en España hace tiempo que contamos con uno de estos detectores. Está ubicado en la carretera C-31, a su paso por Badalona, y está gestionado por el Servicio Catalán de Tráfico.

La opinión de Autofácil…

Según Naciones Unidas, el exceso de ruido es la segunda mayor fuente de contaminación con impacto en la salud, después de las propias emisiones de los vehículos, en las grandes ciudades de Europa Occidental. Se estima que unos 116 millones de europeos están expuestos a niveles excesivos de ruido, fundamentalmente procedentes del tráfico rodado, y que ese ruido tiene efectos negativos en la salud.

La Agencia Europea del Medio Ambiente estima que la exposición prolongada al ruido ambiental provoca 12.000 muertes prematuras y contribuye a 48.000 nuevos casos de enfermedad cardíaca isquémica cada año en toda Europa. También se estima que 22 millones de personas sufren molestias crónicas elevadas y 6,5 millones de personas padecen trastornos crónicos graves del sueño.

La principal solución para luchar contra los niveles elevados de ruido relacionados con el tráfico rodado es la electrificación completa del parque de vehículos. Lo vehículos eléctricos no emiten ruido, ni pueden ser modificados para que lo emitan alterando cualquier clase de sistema de escape.

Mientras se generaliza esta tecnología, los radares de ruido pueden ser una buena alternativa. Aunque puedan causar desconfianza inicial y rechazo, el ruido excesivo de los coches y, especialmente, de las motos, va a resulta más y más evidente a medida que avanza la electrificación.

Igual que comenzamos a considerar «extraño» que algunos coches, furgonetas y autobuses circulen dejando una estela de humo apestoso (y venenoso), la tolerancia con el ruido irá descendiendo a medida que las alternativas de transporte silenciosas comiencen a asomar más y más la cabeza.

Sin embargo, sin una normativa de homologación clara, estos radares son simplemente costosos instrumentos de medida, que como mucho pueden resultar disuasorios. Además, en España, las ordenanzas sobre ruido se encuentran transferidas (como otras muchas competencias) a las Comunidades Autónomas (aquí puedes consultar, por ejemplo, la de Madrid). En el caso de Madrid, un vehículo que exceda (presuntamente) las emisiones máximas de ruido será requerido para pasar en plazo de 15 días por el Centro Municipal de Acústica.

Sencillamente no hay derecho a molestar a la gente en su casa, reducir su calidad de vida o hacerla enfermar por el capricho o la negligencia de circular con un vehículo modificado o en mal estado.

Fuente de éste artículo: Tecnología – Autofacil.es

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