La batería de tracción o de alto voltaje de un coche eléctrico, híbrido enchufable o híbrido puede sufrir daños irreversibles si no se recarga con cierta frecuencia. Estos daños son consecuencia del paulatino descenso de tensión en las celdas de la batería.
A partir de cierto umbral mínimo (que se sitúa alrededor de los 2,5 voltios, aunque depende del tipo de celdas), la descarga es tan intensa que el cátodo de las celdas (elemento responsable, junto con el ánodo, de almacenar la energía en forma electroquímica) sufre alteraciones en su composición que van a hacer imposible recargarlas nuevamente. En la práctica, este deterioro, que se da en todas las celdas de la batería de manera simultánea, volvería inservible al paquete de baterías.
Mientras están en reposo, todas las celdas experimentan, por motivos naturales, cierta descarga. Se trata de un proceso denominado auto-descarga, y que es responsable de que, si dejamos reposar a una celda cargada a cierto nivel de tensión, esta tensión descienda de manera paulatina con el tiempo.
Es algo que experimentamos con frecuencia en casa, cuando encontramos un viejo powerbank, o unos cascos inalámbricos o una herramienta eléctrica que llevábamos mucho tiempo sin ver. Si han pasado meses, y si no hemos tenido la precaución de almacenarla completamente cargada, descubriremos que las baterías no sólo se han descargado… sino que ya no son capaces de proporcionar tanta autonomía como antaño o que, directamente, no funcionan. Las celdas de esas baterías han sido víctima de una descarga tan profunda que se han dañado de manera irreversible.
Con los coches eléctricos ocurre un fenómeno parecido y en una escala temporal similar. Por lo general, podemos esperar que un coche eléctrico pierda entorno a un 1% de carga de batería cada semana. Puede parecer poco… y es que ¡realmente es poco! De hecho, a ese ritmo, una batería completamente cargada de un eléctrico que permaneciera aparcado, tardaría dos años en acercarse a la zona en la que podría comenzar a deteriorarse.
Sin embargo, existen circunstancias que pueden acelerar esa descarga, reduciendo así el tiempo del que disponemos para volver a visitar a nuestro eléctrico antes de que la batería comience a dañarse.
Un primer factor es la temperatura. El clima frío no acelera la descarga… pero el calor excesivo sí que lo hace. Además, el exceso de temperatura deteriora, por sí mismo, y al margen de la descarga, la química de las celdas. De esta forma, no es nada recomendable ‘almacenar’ un coche eléctrico a alta temperatura (por ejemplo, con picos de más de 40ºC), porque la batería va a sufrir bastante y se va a auto-descargar un poco más deprisa. Por supuesto, este consejo no se aplica a la hora de aparcar un coche puntualmente bajo un sol de justicia: la batería es tan grande y pesada que tendrían que pasar varios días antes de que la temperatura exterior comience a pasarle factura.
Otro factor es el propio nivel de carga. La autodescarga es un poco más rápida cuanto la batería está cargada al 100%. Además, una batería completamente cargada envejece más deprisa que una con un nivel de carga medio. Por esto, la mayoría de fabricantes recomienda que, de cara a periodos prolongados de inactividad, nos organicemos para dejar la batería con un nivel de carga de entre el 50% y el 80%.
Sin embargo, el factor más importante son las tareas de mantenimiento que va a llevar a cabo el coche mientras está almacenado. Se trata de procesos automáticos de los que no somos conscientes, que varían de un fabricante a otro, y que se pueden traducir en consumos de energía relevantes, al menos desde la perspectiva de dejar el coche parado durante varios meses. Entre los usuarios de eléctricos, a estos consumos inesperados se les suele denominar, jocosamente, ‘consumos vampíricos’.
Un ejemplo de consumo vampírico es el que tienen todos los modelos de Tesla cuando están aparcados, especialmente si se dejan activadas funciones como el Modo Centinela (que vigila lo que ocurre alrededor del coche… e incluso graba, si detecta actividad extraña en las cercanías). Cuando aparcamos un Tesla, nos bajamos y nos alejamos, el coche se apaga y cierra de manera automática… y podemos pensar que está desconectado por completo.
Pero parte de las funciones del coche siguen en marcha. Por eso, cuando nos acercamos de nuevo, y simplemente llevando nuestro móvil en el bolsillo, el coche está preparado para detectarnos y abrir las puertas. Después, cuando nos sentamos al volante y pisamos el freno, la pantalla del interfaz con el usuario se pondrá en marcha de manera instantánea, sin ningún retraso… como si nunca se hubiera apagado. Y es que, realmente, nunca ha llegado a apagarse.
El consumo vampírico de un Tesla con Modo Centinela ronda el 3% diario. Obviamente, eso puede traducirse en una descarga completa de la batería en menos de un mes. Incluso desconectando el Modo Centinela, los Tesla presentan un consumo vampírico más elevado que la media de los modelos. Afortunadamente, cuando la carga de la batería desciende hasta alrededor del 5%, un Tesla activa su modo de Sueño Profundo, y deja de consumir energía. Esto protege la batería durante el almacenamiento… aunque, a cambio, desactiva todas las funciones de confort y conectividad.
Casi todos los demás modelos eléctricos presentan también consumos vampíricos que reducirán de manera paulatina la carga de la batería, y en mayor medida que la propia autodescarga de las celdas. Por ejemplo, todos los eléctricos dotados de servicios telemáticos tienen que mantener su módulo de comunicación alimentado de manera continua… y se trata de un dispositivo que está conectado a la batería de 12 voltios. Para evitar su descarga completa, el coche va a chequear de manera periódica la tensión de la batería de baja tensión y, si desciende mucho, va a activar la batería de alta tensión para mantenerla cargada.
Otra fuente de consumo vampírico es la propia climatización de la batería. Algunos fabricantes (como, por ejemplo, Smart) mantienen climatizada la batería del coche mientras se encuentra aparcado. Si el coche está en el interior de un garaje, no va a haber ningún problema… pero si lo dejamos aparcado en el exterior y bajo condiciones de frío o calor extremos, el coche va a emplear energía de la batería para controlar la temperatura de la misma, y eso va a acelerar sensiblemente el ritmo de descarga.
Fuente de éste artículo: Tecnología – Autofacil.es
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